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Crónicas caninas 2013 (3) Guitarra errante
Tras su remake del western Temple de acero, los hermanos Coen regresan al pasado, pero a uno mucho más cercano: a inicios de los '60, Llewyn Davis, un joven cantautor folk, trata de sobrevivir con su música sin demasiada fortuna. Inside Llewyn David es un sensible y divertido retrato de un personaje y su universo musical, ejecutado con la madurez y libertad que gozan los grandes cineastas.
Por Pamela Biénzobas desde Cannes
Hoy domingo el azul volvió al cielo tras una jornada de lluvias torrenciales ayer, cuyas huellas más visibles son los despojos de paraguas en las veredas, y las más audibles, los conciertos de tos en las salas de cine. En este mismo momento, las pantallas repartidas por todo el Palais des Festivals transmiten, a través del canal interno del evento, la alfombra roja previa a la función de gala de la película Inside Llewyn Davis, de Joel y Ethan Coen, en condiciones mucho mejores que las de las galas de anoche.
El trabajo que los trae a Cannes después de seis años dista (dentro del universo de la obra de los hermanos) de No Country for Old Men, que en 2007 destacó aun en medio de una Competencia Oficial particularmente fértil. En el contexto de su filmografía zigzagueante entre tonos y géneros, esta vez nos llevan de vuelta al terreno de los héroes perdedores, inspirándose en el libro The Mayor of MacDougal Street del músico Dave Van Ronk, para revisitar el ambiente del folk de comienzos de los sesenta.
Convertido en Llewyn Davis y encarnado por Óscar Isaac, el protagonista absoluto del film es retratado con un delicado equilibrio en el nivel de empatía, construyéndose a partir de sus imperfecciones, pero sin cruzar el límite de lo patético. Davis trata de abrirse paso y vivir de su música, pero aunque ya tiene un disco en solitario (del mismo título que la película) y uno con el dúo que integrara con un compañero que se suicidó, ni siquiera tiene un lugar propio donde dormir. Así va alternando los sofás de amigos, sobre todo los del Greenwich Village, y tratando de sacarle algún dólar, y ojalá algún concierto en una sala relativamente conocida, a su claramente inepto sello.
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Oscar Isaac en Inside Llewyn Davis |
Entre esos amigos se encuentran Jean y Jim Berkey (Carey Mulligan y Justin Timberlake), un matrimonio joven, bello y talentoso, y con mejor contacto con el público que Davis. Claro que Davis también ha tenido buen contacto con Jean, quien no sabe si el bebé que espera es de su marido o de su amigo-ex-amante-fugaz al que ahora culpa de todo, y que tiene que encontrar el dinero para pagarle un aborto.
Sin mejor perspectiva en vista, ni siquiera de una cama para pasar la noche, en un momento Llewyn aprovecha la propuesta de compartir un viaje en auto a Chicago, pensando que así podrá visitar a ver a un productor. Ese periplo lo confronta al personaje de Roland Turner, una composición que sólo podía ser de John Goodman para los Coen. Más allá de la hostilidad entre los dos y las situaciones cómicas explotadas por el encierro en el automóvil, Turner, también músico, introduce la referencia al jazz, abriendo un poco más el contexto en el que se sitúa el mundo retratado en la película. Pues Inside Llewyn Davis es ante todo eso: el retrato de un mundo musical y la sociedad en la que existió. Y en ese sentido claramente tocará más a aquéllos para quienes el folk, en particular de esa época y ese lugar, tiene un significado especial. Así, las canciones, interpretadas por los propios actores y producidas por T Bone Burnett, ocupan bastante del tiempo de la película, y no son en absoluto meros accesorios.
El film acompaña las errancias de Llewyn de manera igualmente errante, en el mejor sentido de la palabra, con una estructura que reivindica la falta de ruta fija y la relatividad de la noción de avance tratándose de un personaje en la posición incierta de quien trata de construirse un presente, y está aún lejos de poder pensar en un futuro. Si Llewyn Davis puede contarse entre los héroes perdedores de los realizadores, es porque la historia está narrada enfocándose en sus tropiezos y en lo que no tiene ni logra, pero no siempre debido a sus fallas. Y al dotarlo de un talento cierto y de una sensibilidad a flor de piel (rasgo, por lo demás, que define también la película), hacen de él un héroe tremendamente humano, y en consecuencia falible. Pero ante todo humano.
Con las fluctuaciones estilísticas de los Coen, suele ser tentador hablar de películas mayores o menores según la envergadura del proyecto. Esos adjetivos no son en nada pertinentes para Inside Llewyn Davis, que más bien podría calificarse como el trabajo más amable de dos cineastas (y aquí el término sí que corresponde) mayores.
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