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Intercambio de roles Genealogías de un crimen

Parte del Ciclo de Cine de Raúl Ruiz que se realizó en Cine Hoyts en octubre de 2005

Por Ernesto Garratt Viñes

En esta película de 1997 Raúl Ruiz juega, una vez más, con los niveles de la representación. Con el arte dentro del arte y lo que produce es una cinta estructuralmente compleja, pero ensamblada y coherente con las intenciones del realizador chileno. Catherine Deneuve es Solange, una defensora pública parisina que en el triste funeral de su hijo recibe una misión: defender a un sospechoso de asesinato, René (el actor fectiche de Ruiz, Melvil Poupaud), a quien se culpa de la muerte de su tía, la afamada sicoanalista Jeanne Higgins.

De este modo, Solange, profesional famosa por sus derrotas en los tribunales, interroga a René y en la charla juega a cambiar roles con el sospechoso. Y esto de ser otro, de encarnar a otro, es una de las bases sobre las que Ruiz construirá un sendero que colinda con el barroco y el surrealismo. Convencida de la inocencia de su cliente, Solange inicia una acusiosa investigación en la casa de la difunta con tal de buscar pistas. Y comienza a leer el diario de vida redactado por la víctima en torno a su especial sobrino, a quien tilda de "el monstruo" y donde especula si el instinto criminal de una persona puede quedar establecido desde los 5 años de edad.

En este tramo de racconto, Ruiz aplica de lleno el intercambio de roles cuando Denueve, como la rubia Solange, además da vida a la pelirroja Jeanne. Un útil guiño a Vértigo, de Hitchcock, que sirve de juego de espejos: Solange y Jeanne tienen la misma cara, Deneuve, nada más que una está viva y la otra muerta. Y comienza así a configurarse una de las obsesiones del maestro chileno: el mecanismo de la representación y el relato dentro del relato.

Siguiendo el curso grueso de una novela policial (hay claves racionales que seguir), y dotando siempre a la narración de una sólida imagineria visual, con soberbios y circulares movimientos de cámaras, Genealogía de un crimen hace un salto en la baranda de lo racional. E indaga en la escuela del surrealismo, lo fantástico y lo absurdo.

Al igual que Un lugar entre los vivos o Días de campo, otras cintas recientes de Ruiz, al chileno le gusta acentuar historias de no vivos. Muertos con ganas de hablar. En Un lugar entre los vivos, Christian Vadim como el mediocre escritor Ernest Ripper, entabla una peligrosa relación con un asesino serial; y en Días de campo, un supuestamente muerto don Federico recuerda sus días de vivo en el campo chileno. En Genealogías de un crimen, la muerta Jeanne revive (desde el pasado) para ayudar (al espectador) a entender el puzzle de su muerte, movido tanto por fuerzas y pulsiones conscientes como oníricas.

Solange sospecha que René ha sido víctima de una trampa tendida por la sociedad de sicoanálisis belga-francesa, agrupación liderada por un gracioso Michel Piccolli a la que Jeanne pertenecía. "Jeanne programó su propia muerte", dice convencida la rubia. El más acérrimo enemigo de la supuesta sociedad es un sicólogo que posee una particular teoría, que obviamente Ruiz subraya y apoya. Todos repetimos historias. A saber, al leer Los hermanos Karamazov, por ejemplo, podríamos representar su trama. Vivir su historia. Reciclar, representar una y otra vez el crimen en cuestión. O sea, no hay nada nuevo en la muerte y el crimen.

Y Genealogías de un crimen, con su estructura de espiral, es una demostración de esta ausencia de libertad: Porque Solange/Deneuve "revive" a la fallecida Jeanne/Deneuve, para recrear una vez su muerte. No hay escape. Y la muerte de la pelirroja ya era una representación: un particular ritual que se salió de control y llevado a cabo por la sociedad belga francesa. ¿Complejo? Sí, claro. Pero brillantemente ejecutado por Ruiz, un experto en la lógica de lo surreal y la visión periférica de lo racional.

Généalogies d'un crime
Francia, 1997
Dirección: Raúl Ruiz
Guión: Pascal Bonitzer y Raúl Ruiz
Producción: Paulo Branco
Fotografía: Stefan Ivanov
Montaje: Valeria Sarmiento
Música: Jorge Arriagada
Elenco: Catherine Deneuve, Melvil Poupaud y Michel Piccoli
113 minutos

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