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San Sebastián 2016 Palmarés: De dulce y agraz
El sábado 24 de septiembre acabó una nueva edición del Festival de San Sebastián. Comentamos el palmarés del 64º Donostia Zinemaldia que incluyó entre sus premiados a "Rara", la cinta chilena inspirada en el caso de la jueza Atala.
Por Pamela Biénzobas
En la edición de cualquier festival competitivo, a medida que se acerca el cierre, corren rumores, se enfrentan favoritos, algunos títulos se descartan por consenso general, y se establecen así los palmarés supuestos o deseados a la espera del verdadero desenlace, como para agregar tensión y expectativa a esos últimos momentos. En la recién terminada 64ª edición del Festival de San Sebastián, o Donostia Zinemaldia, el jurado presidido por Bille August y que incluía, entre otros, a Jia Zhang-ke, repartió un curioso palmarés en la Sección oficial, con presencias que dejaron perplejo, ausencias previsibles y otras sorprendentes, desafiando los rumores.
La mayor extrañeza la provocó nada menos que la Concha de oro, cuyo anuncio instaló un repentino silencio en la expresiva sala donde la prensa se reúne para seguir la ceremonia: Wo Bu Shi Pan Jinlian (I Am Not Madame Bovary) de Xiaogang Feng, había sido ignorada por muchos y no había impresionado a quienes sí la vieron. Su principal debilidad es ante todo narrativa, desaprovechando una idea dramática astuta y una interesante ocurrencia formal a medida que la pesadez general de un relato mal llevado, repetitivo y estirado, la va haciendo hundirse.
Wo Bu Shi Pan Jinlian, de Xiaogang Feng |
La primera: usar la obsesión absurda de una mujer, que quiere que se reconozca que su divorcio fue un engaño por parte suya y de su marido, para poder volver a divorciarse "de verdad", como excusa para criticar el aparato político y hablar de la impotencia del provinciano común, sin fortuna ni conexiones, que quiere enfrentarse a la injusticia de su administración local, y para ello sueña con establecer un reclamo en Pekín. (Una realidad abordada magníficamente por Zhao Liang en Petition, de 2009.)
La segunda: la delimitación de la pantalla, enmarcando la imagen dentro de un círculo, que en los pasajes en Pekín se transforma en cuadrado. Metafóricamente puede ser interesante, y el pie forzado obliga a una puesta en escena particular, pero el dispositivo pierde sentido cuando se le estira, como el relato, por más de dos horas. El trasfondo político y el coraje de abordarlo conlleva mérito en sí, y sin duda requería disimularse tras una forma de comedia-melodrama de tratamiento superficial.
La película también le valió la Concha de plata a la mejor actriz a Fan Bingbing, su protagonista absoluta, que lleva efectivamente el drama de Li Xuelian más allá de esa superficie. Si bien la competición ofrecía otras contendientes de peso (hay que retener desde ya el nombre de Florence Pugh), Fan Bingning es un pilar fundamental de la tambaleante y mal calculada construcción de I Am Not Madame Bovary.
Por su parte, la Concha de plata al mejor actor para Eduard Fernández parecía evidente, y confirmó los rumores. Por un lado, El hombre de las mil caras, la nueva película de Alberto Rodríguez (La isla mínima) se anunciaba como probable ganadora de un premio mayor (aunque finalmente sólo se llevó éste). Por otro, el eficaz film de espionaje, basado en la historia reciente (aún inconclusa) del prófugo Francisco Paesa, ofrecía la posibilidad de homenajear el trabajo formidable de un actor de peso en el cine español actual (quien muy respetuosamente agradeció también a Paesa, que posiblemente, en algún lugar del mundo, estaba siguiendo la ceremonia).
El premio del jurado al mejor guión fue también una recompensa adecuada para otra película española de género. Favorito de muchos por su hábil estructura y una muy buena factura general, pese a varios puntos débiles, el policial Que dios nos perdone, dirigido por Rodrigo Sorogoyen y coescrito junto a Isabel Peña depende completamente de la solidez de su escritura.
La osada e incomprendida Nocturama, de Bertrand Bonello |
Menos previsible, la Concha de plata al mejor director para Hong Sang Soo por la refrescante Dangsinjasingwa Dangsinui Geot (Yourself and Yours) es sin embargo totalmente justa. O se llevaba la Concha de oro por un trabajo que no es su mejor, ni introduce una propuesta nueva en su filmografía, o este premio que distingue su talento personal, que sobresalía del contexto. Tanto el cineasta coreano como el francés Bertrand Bonello se situaban en un nivel superior al resto de la selección. La ausencia del segundo del palmarés no es, lamentablemente, una sorpresa, ya que la extraordinaria Nocturama, por cuestiones circunstanciales, ha sido la película más incomprendida de este último tiempo, con su osadía estética y política despreciada por algunos como simple provocación. (Por lo que adquiere aún mayor sentido que se llevara el premio del jurado católico Signis, reconociendo su profundo cuestionamiento moral.) Si se hubiera ignorado también a Hong Sang Soo, o dado un premio menor, habría sido ya bochornoso.
El que el jurado haya dejado de lado Nocturama, por lo ya comentado, o la fascinante Orpheline, de Arnaud Des Paillères, de lejos la propuesta más osada a nivel narrativo en una selección donde predominaron estructuras convencionales, era imaginable. La ausencia más inesperada, en cambio, fue la de Lady Macbeth, de William Oldroyd, a la que los rumores atribuían incluso la Concha de oro. El poderoso debut en el cine de un talento proveniente del teatro, y que reveló a la ya mencionada Florence Pugh, se habría ido con las manos imperdonablemente vacías de no ser por el premio Fipresci, de la crítica internacional.
Otros galardones que resultaron curiosos fueron el premio del jurado ex-aequo para Jätten (The Giant), del sueco Johannes Nyholm y El invierno, del argentino Emiliano Torres protagonizada por el gran Alejandro Sieveking. La primera película, con sus indudables buenos sentimientos y buena idea de partida, convenció a algunos pero para muchos –incluyendo a quien escribe– fracasó como intento de cine. Más merecido, en cambio, es la distinción a la segunda, una notable ópera prima que en su apuesta por el minimalismo resulta demasiado menor. No obstante, refleja una mirada cinematográfica prometedora, a seguir con atención. El mismo film obtuvo el premio del jurado a la mejor fotografía, sorprendente por lo obvio. Más allá del talento de Ramiro Civita, el galardón tendría que compartirse con el magníficamente fotogénico paisaje patagónico.
El cine argentino dejó fuertes expectativas en el 64º Zinemaldia, no sólo con Torres en competencia, sino también y arrasando en el área de industria del festival, plataforma cada día más sólida para el cine latinoamericano. Tres proyectos transandinos se repartieron los cuatro premios del V Foro de Coproducción Europa-América Latina, mientras que La educación del Rey, de Santiago Esteves, actualmente en postproducción, se quedó con los dos premios de Cine en construcción 30.
Rara, de Pepa San Martín |
La importancia que el festival de San Sebastián, a través de sus actividades de industria, reviste hoy para los proyectos de América latina, fue destacada con justicia por la productora chilena Macarena López en su discurso de agradecimiento por el premio de la sección Horizontes para Rara. El excelente debut de Pepa San Martín, triunfó en el programa de cine latinoamericano, y también partió con el premio LGTB Sebastiane latino, siguiendo así la exitosa carrera –en términos de galardones, crítica y, tal vez lo más importante, conexión con el público– iniciada en la Berlinale. Pero donde realmente empezó todo fue cuando hace un año se presentó en Cine en construcción, donde la descubrieron programadores y distribuidores.
Además de Rara, el jurado de Horizontes (Inma Cuesta, Andrés Di Tella y Shari Frilot) reservó una mención especial para la sensible y delicada Alba, largometraje debut de la ecuatoriana Ana Cristina Barragán, con la excelente Macarena Arias en el rol titular.
La sección que se está transformando en la más atractiva del festival, abierta a todo tipo de formatos y miradas, es Zabaltegi. La decisión del jurado compuesto por Virgina García del Pino, Federico Veiroj y Corinne Castel fue una declaración sobre las múltiples dimensiones de la creación cinematográfica. Entre tantas opciones atractivas –desde Terence Davies hasta José Luis Torres Leiva, João Pedro Rodrigues y Jim Jarmusch– se quedaron con Eat That Question: Frank Zappa in His Own Words, la divertida, emotiva y tremendamente informativa película de Thorsten Schüte compuesta exclusivamente de material de archivo.
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