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Film Estreno

Aquí y ahora Más allá de la vida
Por Lídice Varas
De Más allá de la vida se ha dicho que es una película menor de Clint Eastwood, que está fuera de su registro, que es un afrancesamiento, que raya en lo risible y en lo cursi. Sin embargo, todos esos parecen comentarios que parecen olvidar que la gran preocupación de Eastwood –en sus más de 30 películas como director -ha sido hablar sobre las cargas personales y cómo éstas afectan las relaciones; y de paso, hacerlo con plena conciencia de las posibilidades que el cine tiene como lenguaje.
Su carrera como director no ha sido completamente brillante, tiene películas enormes, otras mediocres y otras peores. Pero puestas una a lado de la otra, nadie podrá negar que se está frente a un director hecho y derecho, y uno, esto es lo más importante, que hace variaciones sobre el tema de los afectos, jugando con cada género como si supiera exactamente cuáles son sus reglas. Western, melodrama, thriller, cualquiera. Cada una de sus cintas es un universo que conmueve porque primero arma el escenario desde donde hablarán sus personajes, y en ese contexto, mostrarlos en su precariedad.
Más allá de la vida no está lejos de eso. Instala a espectador en un universo en el que no es necesario compartir una fe en otra vida, porque ese no el tema. Si no compartir la humanidad y las contradicciones de sus personajes, todos tristes, grises y hasta nostálgicos. Y es extraño, porque este ejercicio pareciera ser más fácil cuando los personajes han tenido un pasado oscuro. Entendemos a Frankie, el entrenador que carga con la culpa en Million Dollar Baby (2004), empatizamos con Walt Kowalskiv en Gran Torino (2008), incluso más allá de su pasado. Sin embargo cuando en pantalla aparecen personajes benevolentes, comprenderlos se hace más difícil.
Aquí hay tres historias, unidas por leves coincidencias. George (Matt Damon) tiene un don paranormal y puede con tan sólo tocar a una persona, ver lo que sus muertos quieren decirle. Marie (Cécile de France), es una periodista que en plenas vacaciones en el sudeste asiático, sobrevive a un tsunami. Y Marcus (Frankie McLaren), un niño que acaba de perder a su hermano gemelo y busca respuestas. Las tres historias situadas en tres lugares diferentes del planeta, están emparentadas por la idea de vida tras la muerte.
Así contado pareciera que Más allá de la vida es un pastiche de historias sobrenaturales. Sin embargo, Eastwood hace un relato donde no son tan importantes las historias en si, si no los remanentes de cada una de ellas. La imposibilidad de vivir una vida normal, en el caso de George, la fragilidad del éxito en la historia de Marie y el aprender a estar solo, en el caso de Marcus. El resultado es un cuadro coral sobre el gran tema de la filmografía de Eastwood: el peso de las acciones, de las cosas que pasan en la vida y como éstas se transforman en cargas difíciles de llevar.
Es cierto, la cinta tiene más fe que muchas de otras de sus películas. Pero no en un sentido clásico. Es esperanzadora, pero no porque termine dando respuestas sobre la vida más allá. Por el contrario, acá también la muerte es un espacio de redención, no muy distinto a la eutanasia de Million Dollar Baby o al suicido mártir de Gran Torino. Como en buena parte de sus películas no hay solución, los personajes no son felices porque descubrieron una gran verdad, si no porque son conscientes de la carga que llevan a cuestas.
Eastwood se contiene, lo sobrenatural es una anécdota. Opta por centrar la mirada en el aquí y el ahora. La tristeza de sus personajes, los problemas cotidianos, las preocupaciones mundanas son las que le dan fuerza a los relatos. Como siempre, Eastwood sabe decir con poco. La escena del tsunami es un ejemplo perfecto de la contenida mano de director, porque siendo un gran despliegue de efectos especiales, la cámara siempre está a la altura de los personajes, podemos sentir la fuerza de la naturaleza, pero en la piel de la mujer que es arrastrada. Una escena así en otras manos habría sido un quiebre, habría sido un desperdicio de tomas aéreas, olas gigantes y destrucción. No acá, la violencia es profunda porque está a escala humana. Escenas como la cita que George intenta tener con una mujer que acaba de conocer, la sincera conversación con un hombre que perdió a su mujer, o la ingenuidad de un niño buscando en internet respuestas, son hilos conductores para poder entender el peso del presente. Es aquí donde Eastwood pone las fichas, y eso es lo que hace de Más allá de la vida tan conmovedora.
Cada escena es minuciosa, cada escena es una mirada al interior de los personajes. La intimidad con la que Eastwood aborda el drama de cada uno de ellos es lo que sorprende. Esta misma historia, en otras manos habría sido radicalmente distinta. Acá no hay intención por una verdad, no busca una posición sobre lo que podría suceder después de la muerte, es incluso escéptica y solo ofrece situaciones crudas en las que cada cual puede creer lo que mejor le plazca. Ejemplo de esto es que cuando George tiene una visión, lo que sabemos es lo que él dice, es su relato y no una escenificación pormenorizada.
Eastwood nos da un puñado de historias, todas honestas, y nada más. No es una cinta para sacar conclusiones, si no para observar cómo desde un registro nuevo, Eastwood vuelve a preguntarse sobre como ciertas situaciones y personas son capaces de impactar en la vida aquí y ahora.
Hereafter EEUU, 2010 |
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Dirección: Producción: Guión: Fotografía: Montaje: Música: Elenco: Duración: |
Clint Eastwood C. Eastwood, R. Lorenz y Kathleen Kennedy Peter Morgan Tom Stern Joel Cox y Gary Roach Clint Eastwood Cécile De France, Matt Damon, Frankie McLaren, George McLaren 129 minutos |
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