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Nicolás López: El candidato de Manchuria

Por Jorge Morales

Más allá de la sorpresa y satisfacción que significó en lo personal y para la revista como colectivo que en un artículo de Los Angeles Times se reprodujera una frase de mi comentario sobre Promedio Rojo publicado en Mabuse (como un juicio representativo de la posición de un sector de la crítica menos complaciente con la cinta de López), lo central era la serie de imprecisiones o, más bien, de sentencias ligeras y apresuradas sobre este director que se desprendían del texto.

Porque si bien uno puede no compartir –y sorprenderse- del tono y las posiciones de dos de los entrevistados en el artículo (Héctor Soto y Alberto Fuguet) sobre el trabajo de López, lo realmente desmedido es la estatura con que lo sitúa la autora de la crónica, Lorenza Muñoz. Decir que el director de Promedio Rojo es la siguiente estrella de los nuevos talentos latinos tales como Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñarritu y Gael García Bernal, es un disparate frente a la trayectoria y calidad del trío. Así como hace algunos meses en un artículo de El Mercurio se pusiera a López al lado del argentino Pablo Trapero (con tres sólidos filmes) y del prometedor cineasta mexicano Fernando Eimbcke como parte de un movimiento de directores alternativos, el ensalzamiento de Los Angeles Times viene a confirmar algo que ya parece un hecho consumado: López es un genio para venderse a sí mismo. Porque ni por edad ni por películas ni por interés cinematográfico se puede comparar a López con todos estos personajes.

Alfonso Cuarón tiene 43 años, de los que lleva 10 en Hollywood (donde ha trabajado hasta con Robert de Niro) y cuando hizo un receso de su paso por la industria para filmar en México Y tu mamá también, demostró que podía combinar trabajos de encargo con cintas personales de interés. Actualmente tiene cinco proyectos en desarrollo y está filmando un episodio de Paris Je t'aime, filme colectivo donde compartirá créditos con los hermanos Coen, Julio Medem, Olivier Assayas, Gus Van Sant, Alexander Payne, Walter Salles y Jean Luc Godard, entre otros. A sus 42, González Iñarritu, aunque tiene una filmografía más corta que la de Cuarón, Amores Perros y 21 gramos son cintas interesantes dentro del panorama cinematográfico mundial con premios en La Habana, Montreal y Cannes. Por otro lado, Gael García Bernal (27) lleva más de 10 películas en el cuerpo –después de su debut en Amores Perros- demostrando una capacidad camaleónica impresionante que le ha valido elogios y premios en todos lados.

Nicolás López

Naturalmente sería mezquino pedir a López tantos pergaminos a sus 22 años y con sólo una película como director. Pero por lo mismo es absurdo compararlo con gente del mundo del cine que ha demostrado en sus respectivos oficios un trabajo fílmico incuestionable, al menos en lo que se refiere a una mirada crítica. El entusiasmo sobre López no se condice con lo que se vio en su ópera prima que claramente fue un debut tibio para las expectativas que se habían formado sobre él. En todo caso, el fenómeno no es nuevo. Mucho antes de que López estrenara Promedio Rojo había en el medio una suerte de bendición sobre sus capacidades. Inolvidable –en ese sentido- es la crónica del cineasta Carlos Flores en la desaparecida revista The End. En la bajada de su columna-entrevista Historia en 35 mm, Flores decía: "No quise entrevistar a Nicolás López en el Festival de Valdivia. Preferí observarlo. Ver donde pone los ojos. ¿Qué hace, qué habla, con quién?". El texto tiene 4 años, cuando el realizador recién preparaba Promedio Rojo… ¿No será mucho?

Hace poco vi The Machurian Candidate de Jonathan Demme (remake del clásico de John Frankenheimer de 1962), estrenada en EEUU el 2004 y que al parecer no se exhibirá en Chile. Es la historia de un grupo de soldados que en medio de la guerra del Golfo sufren un devastador ataque del que –en apariencia- fueron liberados gracias al heroísmo de Raymond Shaw (Liev Schreiber), hijo de un matrimonio de parlamentarios. La Manchurian Global, una poderosa empresa armamentista, quiere tener en la presidencia del país a alguien que puedan manejar a su antojo, y ocupando siniestros métodos hipnóticos, secuestran a la patrulla de Shaw y la torturan hasta que queden convencidos del coraje de su elegido, para que con ese prestigioso antecedente, pueda tener una plataforma que abra su futuro político.

¿Sufrimos el síndrome de Manchuria? Porque es francamente desconcertante que un director pueda convencer con Promedio Rojo de estandarte y que haya casi una campaña de prensa elevando sus bonos. Probablemente, todo el estereotipo literario y cinematográfico latinoamericano ha creado un espacio virgen para diferenciarse. Pero el McOndo de Fuguet es tan verídico y falso como el Macondo de García Márquez. Por eso, saberse de memoria La guerra de las galaxias y consumir comida chatarra puede dar cuenta de un cierto mundo, pero en ningún caso eso te da un punto de vista digno de interesar, ni convierte en artista a quienes sean capaces de elevar su voz desde ese lugar. Y ahí está Promedio Rojo para demostrarlo.

Nadie puede negar que López tiene una gran capacidad de gestión. Pero su cine (en estricto rigor, la película), por más aclamaciones que sigan sumándose, sigue teniendo la misma pobreza argumental y estilística, el mismo humor soso y adolescente, la misma superficialidad. Si tuvo, tiene y va a seguir teniendo éxito o no, es otro tema. Después de todo, el planeta entero estuvo bailando más de un verano La macarena.

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