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Ezequiel Acuña La vida de alguien: Nostalgias musicales

Con "La vida de alguien”, el cineasta argentino retorna a los personajes de su ópera prima, ahora hurgando en un pasado oscuro. Una película cargada de canciones, playas desiertas y objetos en extinción. Tras participar en la competencia internacional del Festival de Mar del Plata, en abril estará en la sección Panorama del Bafici. (Foto: mardelplatafilmfest.com)

Por Andrés Nazarala R.

Como un avión estrellado (2005) terminaba con el despechado protagonista escuchando el álbum Grace, de Jeff Buckley, en una tienda de discos. Más allá del romanticismo nostálgico propio de las películas de Ezequiel Acuña (las disquerías ya estaban en extinción cuando la película se filmó y el trágico Buckley había muerto hace 8 años), con ese gran cierre el director estaba glorificando el poder redentor de la música. Una idea que lleva aún más lejos en La vida de alguien, cuarto largometraje dentro de su filmografía, estrenado en la última edición del Festival de Cine de Mar del Plata.

Además de contenedoras emocionales, las canciones funcionan aquí en varios niveles: son ruinas de un pasado nebuloso pero también catalizadores de nuevas relaciones. Acuña las reparte a lo largo de todo el metraje, usándolas también como recurso narrativo, abarcando con ellas esos territorios donde las palabras no pueden llegar.

Santiago Pedrero (izquierda) en Nadar solo (2003)

No es raro que todas las composiciones musicales pertenezcan a La Foca, banda uruguaya que el director ha estado difundiendo discográficamente a través de su sello "Yo No Fui, Doña". Jugando en los límites de la realidad y la ficción, el grupo de la película también se llama La Foca, pero su historia es distinta: ya disueltos, dejaron una grabación en cassette que uno de sus integrantes –Santiago Pedrero, interpretando al mismo personaje de Nadar solo (2003)- intenta sacar adelante. Para eso debe indagar en el pasado, restablecer lazos y lidiar con la misteriosa desaparición de uno de los miembros. Todo esto mientras se va enamorando de una cantautora (la encantadora Ailín Sala, espléndida también en Dromómanos, de Luis Ortega) a través de, por supuesto, las canciones.

La vida de alguien es una extensión natural del melancólico universo que Acuña comenzó a configurar con su ópera prima. Por algo cuenta con los mismos personajes, años después de esas primeras vivencias iniciáticas.

Es una película entrañable y bella (fotografiada por el gran Fernando Lockett) que resalta la amistad y va tras los rastros de la adolescencia perdida en paisajes que el realizador ha hecho suyos como una playa desierta o un Bowling que remite a otras épocas.

Podríamos definirla incluso como un epítome de todos sus largometrajes anteriores. Pero, al mismo tiempo, es una obra muy distinta: una fantasía sospechada –que Acuña haga una cinta sobre una banda de rock era cuestión de tiempo- además de su primer largometraje en 35 mm, tecnología que, por lo demás, se va volviendo obsoleta. Un trozo de viejo celuloide para coronar una lista de objetos, sueños y realidades en proceso de desaparición.

"Había un guión escrito con Alberto Rojas Apel (habitual colaborador del director), quien también iba a actuar, pero el proyecto no salió. Era sobre una banda pero con un estilo más de comedia clásica, tipo Casi famosos", cuenta Acuña. "Algo se rompió con él y me puse a escribir solo, buscando algo más personal pero con el contexto de rock que ya existía en el otro guión".

-Hay un evidente diálogo con tus películas anteriores…

-Sí, la idea de conectarme con el resto de mi filmografía fue consciente. Están los actores de todas las otras películas, hay conversaciones en la playa y discusiones que recuerdan a Excursiones (2010). Además, la película termina con un tema de Jaime Sin Tierra, al igual que Nadar solo. Es la única canción que no pertenece a La Foca. Se llama "Fantasmas" y la grabación estaba perdida.

Excursiones (2010)

Y es que de extravíos y ausencias pareciera estar hecho el universo del director. El protagonista de Nadar solo busca a un hermano que no le dejó más que una polera de Morrissey, en Cómo un avión estrellado los padres brillan por su silencio (murieron en un accidente aéreo) y Excursiones se basa en el reencuentro entre viejos amigos de infancia que, en el contexto de la ocupada vida adulta, yacían en el olvido.

Ahora, en La vida de alguien toda la nostalgia pareciera gravitar en torno a un amigo perdido, el líder de la banda, moldeado fuera de campo a la luz de figuras míticas tipo Syd Barrett o Richey Edwards (Manic Street Preachers).

Melómano irremediable, Acuña no podía dejar fuera casos locales como el del grupo post-punk argentino Los Pillos, cuyo líder se perdió en el Amazonas en el año 1990. En una escena de la película, de hecho, el protagonista es entrevistado en un programa de televisión que lleva el mismo nombre del único álbum que publicó la desconocida banda: Volar lejos.

"La historia de Los Pillos es más oscura de lo que muestro en la película", aclara el director. "Pero tenía la idea de hablar de esas desapariciones medio sorpresivas que han existido en la historia del rock".

-También ha desaparecido la tendencia a incluir canciones completas dentro de una película. ¿Cómo nace la idea de hacer un film en el que la música es la protagonista?

-Siempre estuvo la idea de hacer algo así. En Nadar solo, el protagonista tiene una banda. Fue como profundizar en eso y narrar una historia a través de las canciones de La Foca. Este es un grupo que tuvo dos etapas muy distintas. Era una banda de humor en los 90, muy en el estilo de El Cuarteto de Nos. Después cambiaron hacia una línea medio Los Planetas o The Cure. La película tiene canciones de todas sus etapas. Por otro lado, Santiago es músico. Y a Ailín la probamos y nos pareció muy natural para cantar y entrar a tiempo.

-¿Cómo fue el proceso de selección de las canciones?

-Fue un quilombo porque no había registro de algunas de ellas. Sólo las sabía el cantante. Con la guitarra trataba de acordarse de las letras. Había canciones que no tenían nombres, eran como borradores. Y, bueno, también usamos las que están grabadas por la banda.

Arena que la vida se llevó

La vida de alguien

A diferencia de las películas anteriores del cineasta, La vida de alguien va develando detalles a medida que avanza el metraje. No es, por supuesto, una cinta efectista basada en giros argumentales sino que una historia que se vuelve más compleja a medida que hurgamos en el pasado.

"El guión tiene algo de misterio", dice Acuña esbozando una sonrisa. "Y también hay una cosa con el azar. Como por ejemplo, el encuentro entre Nicolás y Santiago (los amigos de Nadar solo), que es muy azaroso. También el nombre de La Foca, que surgió de una anécdota de casino (relacionada con una ficha con la imagen de una foca negra)".

-Se podría decir que el personaje de "Excursiones" era el grupo de amigos. Aquí vuelves a seguir a un protagonista.

-Si. La película sigue al personaje y su andar, una especie de músico que esta tecleando en la actualidad. Muestra lo que le pasa a él todo el tiempo. Ailín es importante pero no es una película de amor; por otro lado está el fantasma del personaje de Ignacio. Te tienes que identificar con el personaje. El rencuentro en la playa con Nicolás Mateo es un proyecto de amistad, volver a donde habíamos filmado hace 13 años.

-Siempre filmaste en 16 mm y ahora lo haces en 35 mm ¿A qué se debió el cambio?

-Yo sabía que quería hacer la película en fílmico. En Fuji me dijeron que tenían unos descuentos importantes y me tenté. Me salió caro pero pude costearlo. Y me gusta el resultado. Se ve muy bien. También creo que formalmente es mi película más jugada, hay mucho más movimiento de cámara.

La película tuvo su estreno mundial en el Festival de Mar del Plata donde, curiosamente, Ezequiel Acuña nunca había participado. Detalle no menor tomando en cuenta que todas sus películas están filmadas en la ciudad balneario.

La vida de alguien

"Es verdad. En todas hay alguna escena hecha ahí. Yo voy siempre pero nunca había estado en el festival. Es que ha sufrido muchos cambios. Hace ocho años hubiese sido imposible, por ejemplo, que estrene Lisandro Alonso", analiza. "Pero es un lugar alucinante, especialmente en invierno. Hay partes que tienen una especie de arquitectura tipo Piriápolis o parecida a la de la Costa Azul. De hecho, el festival de cine empezó en los años 50, tuvo esa cosa de furor medio europeo".

-"La vida de alguien" está repleta de otros guiños vintage…

-Sí. Están los cassettes que tienen importancia para la gente de nuestra generación. Nos marcó y muchos aún los conservamos. Y bueno, está el Bowling. Aquí en Buenos Aires como que resurgieron, pero siguen teniendo un aire medio retro.

Es que a Acuña le interesan los lugares, los objetos y las personas que se quedaron ancladas en el pasado ("arena que la vida se llevó", como escribiera Homero Manzi en el tango) para sacar adelante un cine en el que el gran conflicto pareciera ser el tiempo y su paso inexorable. Envejecer un poco más, abandonando una infancia que, como alguna vez cantó Morrissey, transcurrió en una tierra distante.

 

> marcelo dijo: 15 de Abril de 2015 a las 03:29
uff otra vez sopa, la ví en mardel, embole total, encima el director se hizo el guapito y no contestó las preguntas del final. que horror esta foto, un mono tití
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