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Film Estreno
De Nacrovia con amor Piotr, una mala traducción
Por Andrés Nazarala
Al igual que Y las vacas vuelan, de Fernando Lavanderos, Piotr, una mala traducción rompe con los recursos que el cine criollo ha empleado históricamente para retratar la identidad nacional. En vez de acercarse a nuestras costumbres y formas de hablar con mirada microscópica y gusto por las acentuaciones folcloristas -como lo hacen muchos en las pantallas grande y chica- se opta por lo contrario: dar un paso atrás y contemplar al país desde ojos extranjeros, sometiendo la realidad cotidiana a un proceso de extrañamiento.
La estrategia es un truco de creación ya que no se trata de directores internacionales mirando a nuestra realidad, sino que de chilenos que han entendido que el travestismo cultural puede ser un buen medio para releer lo que ya conocemos o, digamos, distanciarnos un poco de nosotros mismos.
El resultado del recurso aparece en los primeros minutos del filme con un plano general de La Moneda que nos resulta ligeramente extraño, como si se tratara de una vieja postal de la Unión Soviética. Que la familia del protagonista provenga de Nacrovia –país inventado por el director Martín Seeger y presentado inicialmente en un corto anterior- calza con la imaginería trabajada, incluyendo los desfiles, los uniformados en rutinario servicio y esos rituales militares que ya forman parte de nuestra cultura nacional.
El director no se aparta de este rincón de Santiago –toda la película transcurre en el perímetro de La Moneda y el paseo Bulnes- para retratar la desventura de Piotr y sus amigos nacroveses en esta tierra extraña. Armando una obra de teatro –sobre la independencia de su nación-, conversando en una fuente de soda con sus compatriotas o lidiando con una ex novia que llega a Chile sin previo aviso, el lacónico protagonista tratará de sobrevivir en un país inhóspito.
Seeger arma escenas con gracia y sentido lúdico. Hace que sus personajes hablen un idioma inventado, se divierte caricaturizando a los actores que participan en la obra de teatro, lanza sus dardos en contra de ciertas instituciones criollas (como Fondart) e incluye instantes musicales que comulgan con el humor absurdo: un reggaetón ridículo o una canción "kantiana" interpretada in situ por una suerte de Arjona filosófico.
Muchas de las bromas se construyen también sobre la contingencia, iniciativa que podría jugarle en contra a la película con el paso del tiempo. Por ejemplo, Piotr descubre que los Fondos de Cultura eligen proyectos mediante votación popular (desfachatez divulgada por Piñera durante su campaña presidencial y que nunca se llevó a cabo), por lo que busca un título vendedor para su montaje teatral: "Comedia social sexy". Por ahí, bien escondidos, hay también guiños al acontecer de los últimos años. La palabra pedófilo, por ejemplo, se traduce en nacroviano como Zacarach.
Sin embargo, Piotr... brilla en la construcción de comedia mediante recursos formales, como esos subtítulos que no siempre calzan con lo modulado. Es que el humor está aquí en los desfases de la traducción pero, principalmente, en los desfases culturales entre dos civilizaciones que parecen de caricatura. La de Chile, al menos, es una caricatura tan extraña como reconocible, el retrato disparatado de las múltiples contradicciones que existen dentro de lo que llamamos hogar.
Piotr: una mala traducción Chile, 2010 |
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Dirección: Producción: Guión: Fotografía: Montaje: Música: Elenco: Duración: |
Martin Seeger Antonino Ballestrazzi Martín Seeger y Simón Palacios Denise Elphick Martin Seeger Emilio Bascuñan y Simón Palacios Jorge Becker, María José Siebald, Klifton Kleinmann, Francisco Krebs 78 minutos |
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