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A propósito de "Ecos del desierto" Apuntes de una inagotable discusión

¿Qué prima en una obra audiovisual que relata importantes hechos históricos? ¿Su valor como objeto de arte o su impronta como documento y testimonio? Y la crítica, ¿dónde debe enfocar su mirada?

Por Pamela Biénzobas

Eterna y recurrente. La cuestión del valor relativo del contenido y la forma en la creación surge siempre como si fuera la primera vez, como si nunca antes se hubiese discutido al respecto, como si en cada ocasión la obra que la plantea fuese, en ese sentido, una primicia. Probablemente sea porque el debate suele surgir desde la reacción emocional ante una creación en particular, y esencialmente ante su contenido. Un contenido que adquiere tal relevancia que pareciera excluir cualquier otra consideración. O, más bien, que cualquier otra consideración pareciera desvalorizarlo.

Hace poco la cuestión volvió a surgir en torno a la crítica de Jorge Morales acerca de Ecos del desierto, en Facebook y otras instancias. Como indiqué al momento de destacarla en mi "timeline", aún no he podido ver la realización de Andrés Wood. Pero me pareció interesante leer la apreciación de Morales (con quien a menudo tenemos divergencias de opinión) sobre la manera de abordar, en una ficción audiovisual, la historia de la Caravana de la muerte. Los comentarios de un par de personas cuya opinión respeto profundamente gatillaron una vez más las reflexiones que vuelven a provocar cada cierto tiempo distintos ejemplos de miradas: desde críticas de películas provenientes de culturas lejanas (la también inagotable problemática de cómo lidiamos con la otredad), hasta esos documentales sobre asuntos de trascendencia y gravedad indiscutibles, que parecieran creer que el tema lo es todo y descuidan completamente la forma, pasando por casos como el citado, de la reacción frente a contenidos que nos afectan íntimamente en lo moral y emocional.

Aún no he visto Ecos del desierto, justamente porque no quiero "responder" ni a la crítica publicada aquí en Mabuse (escribo sin saber si acaso comparto sus opiniones), ni a los comentarios que suscitó. Ante lo cual quiero reaccionar a la noción subyacente de que la importancia del contenido invalidaría una crítica del trabajo audiovisual. Y quiero reaccionar precisamente porque es una noción recurrente. Y peligrosa, me parece. No sólo para la crítica y la historia del cine (y del arte en general), sino para las obras mismas.

Ecos del desierto

No sé si la mayoría de los realizadores en cuestión estarán de acuerdo o no, pero me parece mucho más violento sugerir que frente a la gravedad del tema abordado la dimensión artística es totalmente irrelevante, que decir que una obra es artísticamente fallida. Una cosa es justificar limitaciones debidas a concesiones necesarias por mil motivos (técnicos, de acceso a fuentes, problemas legales, etc.). Es un aspecto que la crítica incluso debería tomar en consideración, al menos para consignarlo. Pero otra muy distinta es pretender que la ambición política, de denuncia, de memoria, de divulgación, etc. no sólo sobrepasa sino que anula la ambición estilística o la expresión creativa de una producción que existe (con el resultado que sea) gracias al trabajo, esfuerzo y talento de personas que probablemente quieren pensar que están ejerciendo un oficio artístico.

No se trata de defender aquí la prioridad de una dimensión por sobre la otra. Todo depende del contexto. Me parecería una aberración que una editorial política, por ejemplo, desestimara el alcance de lo expuesto en una película (o serie de televisión, libro, obra de teatro...) por sus cualidades formales. Pero de la misma manera me parece que la crítica de cine (así como la historia del arte, la curatoría o programación...) estaría insultándose e insultando la producción en cuestión si ignorara el aspecto formal y se limitara a valorizar su contenido. O, peor, que considerara que, más allá de su calidad, su forma no entra en el campo de la crítica, bajo la excusa de su importancia temática. En el ejercicio de quienes humildemente esperamos contribuir a una apreciación crítica del cine u otros campos de producción, poder valorizar francamente una obra en sus distintas dimensiones es una cuestión de respeto hacia el arte y los creadores, y de honestidad intelectual y también moral.

 

> Nochi dijo: 28 de Septiembre de 2013 a las 17:02
Me parece una muy buena nota. Insistir en el debate sobre la forma y el contenido es siempre bienvenida. Pero me quedé con el hambre de siempre, ya que esta nota sobrevuela muy superficialmente los que la forma cinematográfica debe ofrecer, o al menos lo que Pamela entiende al respecto. Tal vez no sea el espacio para eso, pero deberias haber insistido sobre como una forma debe llevar un digno y objetivo debate moral sobre este o cualquier tema, como la intriga en este caso parece ser demasiado liviana, y para que decir de la "complejidad" de los personajes. Mucho podría decirse sobre la mediocridad de los telefilms. Lo que queda, y deberiamos acaso aceptarlo es el tema tratado, como Pamela bien lo dice, se inscribe en la memoria y el testimonio, pero pienso que no ira mas allá de la coyuntura actual.
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