"Literatura criminal de pacotilla lanzada con virtuosismo", fue la definición con que un crítico alemán definió a Espías al momento de su estreno (1928). Había quizás en la intención de la frase una forma de separar aguas entre el rigor visual y afán anticipatorio de Lang, y la narrativa convencional y sentimental de Thea Von Harbou, su esposa y guionista.

Así como seis años antes Dr. Mabuse, el jugador prefiguró el género policial, Espías vino a perfeccionar esta temática tan cara a Lang con una puesta en escena vertiginosa y repleta de elementos coyunturales a la época, como los sistemas de transportes, las bandas criminales que operaban en las grandes ciudades y las nacientes invenciones en el terreno de la tecnología. Por ello es que la cinta sorprende por su irresistible contemporaneidad y establece los parámetros por el que se guiaría, 34 años después, la saga de James Bond.

Lang comenzó a trabajar en el proyecto de Espías luego del fracaso de taquilla de Metrópolis que hizo que la poderosa UFA quedara al borde de la quiebra. La primera consecuencia fue la marcha a Hollywood del productor Erich Pommer, el hombre que permitió la elefantiásica imaginería de Lang en Los Nibelungos y Metrópolis. Huérfano de productor, el director se recluyó en la independencia y fundó su propia productora con la que se planteó un presupuesto muy bajo para el filme. Como afirma Elliott Stein en la edición 1978 de Film Comment, "Los decorados eran austeros, por ello Lang evita las tomas generales, los personajes se mueven a menudo en composiciones casi abstractas o geométricas".

Tal como lo advierte un anónimo cronista de la época, la temática del espionaje no era para Lang un asunto del que ocuparse en un par de cintas, sino que una categoría fundamental de su mundo cinematográfico. "Representa la perforación de lo que parecen ser organismos sólidos y protegidos. Esto se hace manifiesto en las imágenes de paredes perforadas, por las que entran con frecuencia los extraños para hacer suyo lo que es propio de los personajes. Si en Las Arañas había un agujero para espiar la sala de conferencias, en Metrópolis se han convertido en televisores, a través de los que los jefes pueden espiar a los trabajadores. En vez de conquistar la voluntad de los otros al someterlos a la suya, como la del "psicoanalista" Mabuse, Haghi (protagonista de Espías) se dedica a minar la sociedad a través de sus canales de información secretos. El espionaje aquí no es un medio de los poderes extranjeros, es en sí mismo un poder externo. Por eso es que Espías está más cercano a M, el vampiro de Düsseldorf y a los filmes posteriores de Mabuse que a la primera versión".

La versión que se exhibirá dentro del ciclo, es la misma que fue presentada en enero de este año en la Berlinale, restaurada por la Fundación Murnau y con música original de Aljoscha Zimmermann, que fue trabajada a partir de una copia del archivo fílmico de Praga y con escenas recuperadas de copias guardadas en Austria y Australia. Finalmente, las palabras del historiador Sigfried Kracauer resumen el impacto del filme: "Está realizado maravillosamente y demuestra las capacidades extraordinarias de dirección de Lang. La trama se desarrolla a toda velocidad, e incluye tomas generales de la ciudad, accidentes ferroviarios y centrales telefónicas, un gran reportaje óptico que tal vez trabaja mucho con situaciones artificiosas, pero muestra secuencias y transiciones excelentes, todo montado con una habilidad difícil de superar".

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Publicado el 31-05-2005