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La familia nuclear Tres
Quincena de Realizadores del Festival de Cannes 2012 / Premiere Nacional en FICV 2012
Por Pamela Biénzobas
Hay algo dulcemente nostálgico en la manera en que Pablo Stoll aborda sus personajes en 3, su más reciente título, que debutó en la Quincena de los Realizadores de Cannes. A diferencia de Hiroshima (2009), su primer film dirigido en solitario tras la desaparición de su co-realizador Juan Pablo Rebella, 3 proviene de un proyecto iniciado con su amigo, y en ese sentido tiene una filiación más directa con 25 Watts (2001) y Whisky (2004). Como esos primeros largometrajes, el nuevo trabajo se concentra en varios protagonistas. Sin embargo, aquí cada uno de ellos –la hija adolescente y sus padres separados– tiene su propio desarrollo, tanto de su personalidad como de su historia, que evoluciona en paralelo a la historia común en la que se encuentran todos.
Stoll se aleja así cada vez más de la tentación de la caricatura, tanto en el retrato de sus protagonistas y de su entorno, como en la factura de su cine. Consciente del riesgo de repetir fórmulas, busca en 3 una nueva puesta en escena, un nuevo montaje y una nueva relación de la cámara con los rostros y los cuerpos.
De ahí ese dejo melancólico que acompaña todo el film, a medida que seguimos a cada uno en sus propios sentimientos, sus propias preocupaciones, todo de una humanidad tan compleja como normal. Ana (Anaclara Ferreyra Palfy) comienza a tener problemas en el colegio. La otrora alumna brillante claramente no está motivada. Sin embargo, su problema con la autoridad no se traslada a la casa, donde vive armónicamente con su madre Graciela (Sara Bessio). Ella, por su parte, no tiene mucho tiempo, entre su trabajo y su tía agónica, a la que va a velar cada noche al hospital, a la espera de noticias en la sección de cuidados paliativos. Rodolfo (Humberto de Vargas) hace mucho que no vive con ellas, sino con otra mujer y el hijo de esta, pero ya no se siente bien en el amplio y cómodo departamento que deja para empezar a vivir en su consulta de dentista. Ama a su hija, aprecia mucho a su ex-esposa, y piensa que es ahí, en ese desordenado departamento lleno de detalles por reparar, donde está su hogar y su lugar, aunque sea en el sillón.
"La familia nuclear" era originalmente el nombre del proyecto, según señaló Stoll. 3 es en efecto una sutil y cálida reflexión sobre la familia, en su sentido más amplio y más profundo: las relaciones entre personas que de una manera u otra apoyan, se cuidan, se aguantan, se quieren, se enervan, se molestan, se preocupan por los otros, más allá de los lazos sanguíneos o legales. Al optar por un desarrollo más integral de sus personajes, la película les regala el espacio para observar, dudar, probar, sentir, sin necesariamente saber a dónde van ni por qué. La cámara y el montaje acompañan ese movimiento, invitando al espectador a sumarse a ese fluir –acaso errar– de unos entrañables personajes llenos de una vida tan común y corriente, rica y compleja, como la de cualquiera.
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